20 julio, 2007

Otra oportunidad.

En el intrincado mundo de la subcultura delincuente, hay un momento álgido que se suscita cuando quien ha cumplido una larga condena recupera su libertad.
Al liberado se le plantean muchísimos interrogantes entre ellos:
¿Cómo encontraré mi familia ?
¿Quién me recibirá? (muchas veces no han sido visitados en meses o años), ¿Cómo estará mi barrio... los vecinos ?.
Podré trabajar en el taller, o la oficina con mis antiguos compañeros?
Y aquí se engendra, muchas veces, el gérmen de la reincidencia.

Aquí este individuo comienza a tomar conciencia que está sólo. Que sus amigos murieron, o "no aparecen".
Que su novia se casó con el muchacho de la farmacia; que el mundo de la libertad es hostil, y se siente acorralado, asfixiado.
Muchos liberados nos han confesado, que estos son los momentos más difíciles de superar, y en los que más de una vez quisieron volver a prisión....

Sí, volver a prisión, donde había un tiempo para dormir, para levantarse, para asearse, para comer, para llorar...
Su vida estaba pautada, puntualmente pautada, y ahora se sentían solos, abandonados a su suerte, y con el estigma de "ex presidiario".
Quién me va a aceptar como empleado u operario cuando sepan mis antecedentes?
Quién va a querer ser mi pareja cuando se enteren de mi pasado ?
Quién no va a desconfiar de mí, cuando en el barrio ocurra algún asalto o robo ?
Estos y muchos interrogantes más nos plantearon muchas veces, y lo lamentable es que nuestra sociedad y nuestras instituciones no están adecuadamente preparadas para contener y reencausar al liberado.
Qué jefe de personal va a preferir para su empresa a un liberado , antes que a una persona sin antecedentes penales ?
¿Cuantos no desconfiamos de un "ex presidiario" -como suele llamárselo- cuando ocurre un robo en la oficina, el taller o el barrio ?
Cuantas familias, les cierran las puertas sin siquiera oirlos !
Nuestra tarea , es entonces, sin negar nuestra condición humana, cambiar.

Somos desconfiados, temerosos, y muchas veces soberbios, y por ello tantas veces les cerramos las puertas.
Debemos trabajar desde dentro mismo de las instituciones, para preparar al detenido, en tareas de preegreso, visitar su familia para mejorar la relación en visperas del egreso, y sobre todo concientizar a la población para que entendamos que todos , absolutamente todos, merecemos una nueva oportunidad.
Rodolfo
O7-07

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Cierto que todos necesitamos de esa segunda oportunidad, mas casi nunca estamos preparados para ella, aparte uno se encuentra ya estigmatizado por la "primera impresión"
:-O

Rodolfo N dijo...

Glauca:
Es cierto a veces injustamente rotulamos.
Besos, amiga

Andrea González-Villablanca dijo...

UFFF UN TEMA DIFÍCIL

TODO DEPENDE DEL DELITO Y LA SITUACIÓN EN PARTICULAR.

LA JUSTICIA Y LA CULTURA SOCIAL TIENEN GRAN CULPA DE ELLO, PERO HAY QUE TRABAJAR PARA REMEDIARLO.

UN ABRAZO

Dr. José Luis Contreras dijo...

Lo descrito explica el porque de la reincidencia,muchas veces pienso buscada por el mismo sujeto.

Rodolfo N dijo...

Andrea:
Es un tema difícil, cierto pero debe ser tratado,
Un cariño.


Jose luis:
Eso es,muchas veces pasa así
Un saludo, amigo

Andrea González-Villablanca dijo...

Hola...Pasaba a desearte un excelente comienzo de mes.

cariños

*Blue*Princess* dijo...

hay esa segunda oportunidad que dificil!!

Rodolfo N dijo...

Andrea:
Gracias y te leo
Cariños


Blue:
Dificil pero no imposible...

Karolina dijo...

Todos los que se acostumbran a un régimen deben sentirse totalmente desorientados al salir de él.
Es difícil cambiar la imagen preconcebida que traemos al saber que alguien estuvo en la cárcel.

Andrea González-Villablanca dijo...

RODOLFO...GRACIAS POR PASAR POR MI BLOG Y QUE TENGAS UN EXCELENTE FIN DE SEMANA.

UN ABRAZO

Rodolfo N dijo...

Karolina:
Es muy cierto lo que decis.

Andrea:
Un gusto para mi.
Un cariño