04 julio, 2011

Sistema penitenciario




Una sociedad moderna, donde el hombre sea el centro del sistema, y su dignidad una constante, debe instalar el concepto de que la educación y la formación humanista serán herramientas básicas del desarrollo.
Sabido es , el estado actual de nuestra educación, y de nuestra cultura...
Por múltiples razones , que han sido debatidas hasta el hartazgo, existe una cultura y una subcultura en constante colisión.
El deterioro económico , la marginación, el difícil acceso a niveles de excelencia en la educación, y a la formación de entes generadores de cambios conceptuales acordes con lo que una sociedad sana debe priorizar.
En este contexto, navegan realidades que no podemos obviar , o desconocer.
Nuestra sociedad ha generalizado un concepto dramático en relación al delito, el delincuente y su posibilidad de rehabilitación y reinserción social.
Ese hartazgo por necesidades insatisfechas, por altas dosis de impunidad, por nuevas y crecientes modalidades delictuales, la difícil y a veces imposible función de evitar y prevenir dichas conductas, hacen que se instalen conceptos,
como decíamos dramáticos: "que el delincuente se pudra en la cárcel" , "mano dura" , "no hay justicia", "los delincuentes entran por una puerta y salen por otra", etc.
Lo grave de estas afirmaciones internalizadas, es que provienen de diversos sectores sociales , no de uno en especial. Así muchas veces lo afirman políticos, funcionarios, y el pueblo mismo, lo que demuestra la gravedad del problema
cultural, y el encono , fruto de la desesperanza que lleva a olvidar principios
sagrados que deberíamos observar estrictamente, y que hacen referencia a la
libertad ,los derechos humanos y la dignidad humana.
Esos derechos humanos, y esa dignidad que pregonamos y requerimos, con sobradas razones, para nosotros, nuestro hijos, en definitiva para toda la sociedad, se encuentran ausentes en nuestro sistemas de prevención, contención y represión del delito.
Basta acercarse a un calabozo de una seccional policial, para advertir tamañas
violaciones a esos principios.
.


Rodolfo