Crecer implica siempre un desafío, que preocupa y muchas veces angustia a propios y extraños.
Crecer significa modificar y enfrentar nuevos espacios, nuevos desafíos, riesgos , en definitiva vivir...
En el caso de la mujer culturalmente adaptada a una situación de sometimiento aún no superada, crecer implica un desafío aún mayor: modificar un rol impuesto en la familia tradicional.
Significa enfrentar muchas veces a su familia , a su pareja, y mas aún, a sí misma.
Su rol asignado y muchas veces asumido y defendido como tal, es entre otros, el de vigorizar una relación, apoyar el crecimiento de otros (hijos, esposo), y salir de ese esquema es penoso. No siempre es apoyado su propio crecimiento.
Allí es donde debe fortalecerse su convicción, y su decisión de crecer, habida cuenta que el mismo, no debe ser asumido como abandono de otras funciones , sin duda importantes, sino como un crecimiento del grupo al que pertenece, y un paso adelante en la confontración con los condicionamientos impuestos y autoimpuestos culturalmente.
El progresar en su profesión, en su trabajo, en sus habilidades, el buscar la mejora o el perfeccionamiento de las mismas, o el darse tiempo para sí, lejos de deteriorar su rol familiar, lo destaca y valoriza.
Mejorar su autoestima, mantener con firmeza sus convicciones, ser protagonista, o co-protagonista, y no ladero, provocan , sin duda alguna ,también un replanteo en la visión que se tiene desde su entorno.
Ocupar un lugar y defienderlo , afirman su personalidad, se educa y educa a los demás , en el cambio cultural tan necesario, y que felizmente se va observando progresar año tras año.
Crecer, como decíamos es una tarea difícil, vencer a los condicionamientos, lo es aún más, pero afirmando esta conciencia del cambio , los resultados se verán si duda alguna.
La salud familiar lo exige, la salud de la sociedad también.
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Rodolfo-04-07.
28 abril, 2007
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