Desde el principio de la historia el hombre ha valorado a sus semejantes, a través de su propia visión de la realidad, de su propio mapa familiar. El hombre, el semejante, es réprobo o elegido, bueno o malo, útil o inútil, según el concepto que utilicemos para valorarlo, o de acuerdo a los principios que prioricemos, de acuerdo a nuestro modelo o paradigma de pensamiento. Así podemos caer en la discriminación y en las prácticas que agobiaron a la humanidad a través de la historia, basada en una concepción de una sociedad equilibrada en orden a "premios y castigos". De esta forma podemos llegar a hablar de "Sociedad libre", "Sociedad autoritaria", "sociedad carcelaria","Mundo civilizado","submundo delincuente"", y tantos otros rótulos que estigmatizan y distorsionan. También la religión ,cualquiera sea ,priorizó el camino de la salvación por la observancia de principios rectores y "premios y castigos", terrenales o celestiales. La ley del Talión consagro el"ojo por ojo, diente por diente", y la concepción histórica del Derecho Penal , desde Roma hasta nuestros días , sobredimensiono el concepto de la pena. Quien comete un delito debe recibir una pena proporcional al daño causado. También el célebre Lombroso, «desarrolló la teoría del "hombre delincuente" basada en rasgos y actitudes típicas del delincuente que lo marcaban para toda la vida, y lo diferenciaban de los demás. "El hombre es el lobo del hombre" reflexionaba Hobbes, al hablar de teorías del surgimiento del Estado. De todos estos conceptos podemos concluir que hay una expresa desconfianza en la naturaleza humana y su orientación hacia el bien, poniéndose énfasis en la actitud represiva ,desde el ámbito particular hasta el institucional, por intermedio de los órganos del Estado. Así las cosas, no hay que asombrarse que comunmente distingamos entre "Sociedad o gente decente" y "sociedad o gente delincuente". Todo aquel que comete un ilícito es considerado un delincuente, y como tal debe pagar por el daño causado. Sin embargo, no hay que olvidar la máxima romana del célebre Paulo, "no todas las cosas lícitas son honestas". Según lo que el legislador considere delito o infracción ,una persona podrá incluirse o ser incluida, lo que es más frecuente, en la categoría de decente o delincuente, pero cuantas cosas lícitas sabemos que son inmorales y contrarias a la caridad cristiana, y ni siquiera nos inmutamos? Consecuentemente debemos ser sumamente prudentes al juzgar conductas ajenas, al valorar actitudes, y sobre todo a rotular a nuestros semejantes. Cualquiera de nosotros puede cometer un error, y de hecho lo cometemos , y no debemos olvidar al Evangelio cuando nos enseña :"como juzgues os juzgaran". Aquel que comete un ilícito, un delito , un error o un daño a un semejante, debe responder por lo actuado, pero el estado, encargado de monopolizar el uso de la fuerza, debe garantizar un juicio con todas las garantías que la Constitución consagra, e iniciar de inmediato una tarea resocializadora a fin de recuperarlo para sí , y para los demás."Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo". Este concepto constitucional proclama la filosofía que sostenemos, y que debe ser respetada por la sociedad toda. El Estado no debe "castigar", sino que debe "contener", resocializando al infractor o delincuente, y ello es todo un desafío, y en este desafío nos involucramos para lograr una sociedad mas justa y tolerante, donde pueda existir un lugar para todos, y donde aprendamos a ser más misericordiosos con nuestros semejantes, que es una fo rma de ser mas misericordiosos con nosotros mismos. |
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